Se producen a partir de rocas ígneas, sedimentarias o metamórficas preexistentes. Esto quiere decir que cada roca metamórfica tiene una
roca madre de la que surgió, la cual sufrió cambios en la temperatura y presión haciéndola “cambiar de forma”.
Los procesos que dan lugar a las rocas metamórficas pueden dar como producto a rocas de “bajo grado” o de “grado alto”. Las de bajo grado son las que han sufrido poco metamorfismo y conserva gran cantidad de características de la roca madre, como por ejemplo la lutita metamorfizada llamada pizarra. En cambio, las de grado alto casi no dejan relictos de la roca madre a simple vista, las temperaturas aquí se aproximan a las temperaturas de fusión, pero aquí, en el metamorfismo las rocas permanecen solidas o con una fase levemente fluida, pero si se funde por completo pasaría a formar parte del tipo de una roca ígnea.
El metamorfismo se da en tres ambientes diferentes:
1) Metamorfismo térmico o de contacto: Se da en las rocas que se encuentran cerca de una fuente que emana una temperatura más alta de las que ellas poseen, por ejemplo cuando un cuerpo magmático intruye a una roca.
2) Metamorfismo hidrotermal: Son alteraciones químicas que produce el agua caliente ricas en iones, la cual circula a través de las fracturas de las rocas.
3) Metamorfismo regional: Cuando una gran cantidad de rocas, masa rocosa, se encuentra a una gran profundidad, estas se encuentran sujetas a presiones dirigidas y elevadas temperaturas, deformando en conjunto la masa de rocas